Tiempos de insomnio 1978
Nelson Villagra |
Insomne, salto como una langosta en la sartén de mi cama de fakir. La Isla, allí afuera, como siempre la presiento verde y calurosa... ¡Zzzzz....!
Tal vez podría aprovechar de contar el cuento del bañista fracasado, quien frente al mar toma conciencia que no sabe nadar, y a propósito de heroico, decide lanzarse a las olas manoteando desesperado, gritando desde el comienzo, para dejar constancia que se quiso suicidar. Punto y guión. Podría ser... ¡Zzzzz...!
Manotear en el agua, en la tierra o en el espacio después de todo, es demasiado corriente, no tiene nada de singular... ¡Zzzzz...!
« ¡Vivir con honor o Morir con gloria! », es otro cuento. Porque cuando se está de espaldas en el suelo, mientras cinco bayonetas despedazan tu cuerpo, sólo quieres arañar y patear en lugares precisos. Si has de perder los huevos, ¿de qué te sirve la cabeza?, no sé si me explico... ¡Zzzz...!
Ahora bien, si logras construir a tiempo - autoconstrucción por supuesto - una buena caparazón, eliminas con ello el sentido de la vista y el oído. Y entonces, puedes dormir una siesta plácida debajo de los tilos.
Ese es el cuento más corriente: dormir... Aunque nadie puede garantizar que duermas eternamente. Excepto el último sofista, quien afirma novedosamente: ‘‘No hay realidad que supere al sueño, lo que viene a comprobar que el estado real del ser humano es precisamente el sueño’’. ¡Gentes que escucharon cantar a Calderón, pero no saben dónde!... ¡Zzzzz...!
El sudor se escurre por mi cuerpo nocturno como salmuera disuelta en la melaza... ¡Zzzzz!... El zancudo zumba alrededor de mi pecho..., y mi mano tensa, acecha en la penumbra... ¡Zzzzz…!
Nelson Villagra G.
La Habana, 1978.