L´ inquiétante étrangeté














Paul Delvaux, con su sombrero hongo, con su mirada perdida, sería uno de los artistas presentes en la Exposición Internacional del Surrealismocelebrada, entre bigotes enhiestos, mandorlas efímeras y enfermos de psicoanálisis, en 1938, bajo la égida de Breton y Éluard, ideólogos de cábala y pincel vanguardista que ya llevaban unos cuantos años ventilando su Evangelio de campos magnéticos por salones y burdeles parisinos.
No veo a la mujer escondida en el bosque, decía Magritte, belga también, en su famoso montaje fotográfico de dama desnuda soñada por él mismo, Dalí, Ernst, Buñuel y otros, en conjura antológica de ojos cerrados. Pero sucede en Delvaux que es ella la que parece no ver a nadie, esa mujer desnuda que es protagonista absoluto de sus cuadros, obsesión evidente del artista, de mirada perdida, lejana, hierática, ensimismada. Mujer en sucesión monótona de sí misma, su desnudez es estéril, sus ojos son cuencas vacías. Perdura tan sólo un saludo sin vida, un adiós, la distancia.
( googleando entre mis favoritos)

FISGANDO ...